ALBANTA, universidad para niños (León, México)

ALBANTA, universidad para niños (León, México)

¡El Albanta es mi escuela soñada hecha realidad! Apartada de la gran urbe, con espacios diáfanos, una granja y un huerto, utiliza una metodología basada en la personalización del aprendizaje del alumnado a partir de sus intereses y motivaciones. 

Durante el mes de marzo de 2020, antes del confinamiento por el COVID19, tuve el honor de poderla visitar y hasta impartir un taller de Scratch para adolescentes. 

El primer día había quedado con Lolita Botaya, la directora general, y Rodolfo Horner, director de secundaria, un matrimonio que junto a Rocío Díaz, la asesora educativa, decidieron fundar la escuela un 5 de diciembre del año 1994. 

Su motivación era personal, Lolita y Rodolfo tenían 3 hijos y no encontraban una escuela que cubriera sus necesidades educativas. Buscaban una institución educativa laica fomentada en el diálogo, el amor y el respeto entre iguales. En ese momento, en la ciudad de León (México) ninguna escuela cumplía con sus expectativas, por lo que decidieron dar respuesta, no solo a sus inquietudes, sino a la de muchas otras familias que pensaban igual que ellos.

Albanta, siempre se ha caracterizado por ser una escuela pequeña donde se convive como una familia. En la actualidad tienen unos 250 estudiantes y unas 150 familias entre preescolar, primaria y secundaria. Todos los que forman parte de ella se conocen por su nombre y el equipo de profesorado y dirección tiene muy presente la situación familiar y personal de cada uno de sus alumnos y alumnas. 

Desde el primer día que conocí a Lolita y Rodolfo les he tenido un gran aprecio tanto por su forma de ser tan cariñosa y atenta, como por el gran proyecto que están llevando a cabo. Lolita tuvo claro desde el principio que quería una educación basada en la vida cotidiana. A parte de seguir el currículum instaurado por el ministerio de Educación, Albanta destaca por sus talleres del día a día, el fomento de la investigación y la reflexión por parte del alumnado. 

Lo que más me llamó la atención es la organización de los grupos clase que no sigue la tradicional. Las edades se mezclan y se basan en la personalización del aprendizaje y la ayuda entre iguales. Además de fomentar, sobre todo, las artes y el deporte. 

Cuando hablan de secciones se refieren a etapas educativas. Cada una está focalizada en unos aprendizajes concretos. 

En la sección de Preescolar, coordinada por Jimena Horner, la hija de los fundadores y primera alumna de la escuela, se combinan y exploran metodologías de Montessori, Waldorf y Reggio Emilia. Los proyectos que desarrollan nacen a partir de la elección y votación de los pequeños y pequeñas. A través de ellos investigan, se hacen preguntas y evalúan sus aprendizajes para conocer los logros y dificultades de cada uno. 

En la sección de Primaria, utilizan Guías de Estudio creadas por el mismo centro que permiten retomar el aprendizaje basado en proyectos de Preescolar que les permite aprender a aprender a partir del trabajo con iguales, la investigación, el error y la reflexión. 

En Secundaria, la metodología educativa se basa en momentos de aprendizaje distintos y variados por día y por semana: exposición magistral, realización de Guías de Estudio con el apoyo de la tecnología, trabajo por proyectos, puesta en común, autoevaluación y exámenes bimestrales. 

El alumnado está muy orgulloso de pertenecer al Albanta y cuentan cómo las dificultades que, en algún caso, habían podido tener en otros centros educativos, las han superado con creces en Albanta. 

El día que iba a impartir el taller de Scratch coincidió con el 9 de marzo, el día después de la celebración del día mundial de la Mujer Trabajadora. Diferentes movimientos feministas habían propuesto a las mujeres no ir a trabajar bajo el lema “el nueve nadie se mueve”. Casi el total de las niñas y mujeres del centro escolar no habían acudido al Albanta. Las cinco niñas que sí lo habían hecho fue por una gran causa. Días antes, cuando se les comunicó que tenían que tomar una decisión prefirieron proponer una alternativa. Querían reunir a todos los niños en el teatro para explicarles lo que significaba para ellas el día de la mujer. Fue una iniciativa de las propias alumnas, la cual apoyaron todo el profesorado y dirección. Y para mí, una prueba de que la metodología educativa del Albanta funciona y empodera a su alumnado. 

Aprovechando los acontecimientos del día, el taller de Scratch dirigido a adolescentes entre los cuales también estaban las cinco niñas de la presentación, estaba enfocado a trabajar los micromachismos.

Era la primera vez que se acercaban al programa y utilicé la metodología de Mitchel Resnick del MIT  para fomentar su creatividad. Presenté el programa y les mostré algunos ejemplos de otros adolescentes como ellos: historias, juegos interactivos, animaciones…La cara de alguno de los niños y niñas se iluminó. A partir de ese momento, y habiendo dado una pincelada del uso de las herramientas principales, estuvieron investigando, imaginando aquello que querían expresar sobre la temática seleccionada, creando personajes, diálogos, voces y música, experimentando con sus creaciones… y lo más importante, compartiendo sus trabajos con sus iguales para luego reflexionar. Con eso les estaba acercando a la espiral del aprendizaje creativo y abriendo todo un mundo que les permitiría desarrollar sus propias idea y proyectos. 

Fue una experiencia muy enriquecedora que me encantaría volver a repetir de nuevo. Me gustaría dar las gracias al magnífico equipo directivo del Albanta y animarles a seguir con su desempeño. ¡Nos vemos pronto!